Monday, December 18, 2006

Sanar

Introducir la aguja, sentir su final punzante atravesar y entrar con su frialdad cortante. Luego conducir con ella la fibra seca y rugosa, una y otra vez, cruzando la abertura que es puerta abierta a la fragilidad inmensa.
Y luego la peor parte: halar. Halar las costuras, sin importar cuanto lastime, para negarse al exterior.
Entonces, dos últimas puntadas de cierre.
Lo más complicado no es encarar el dolor...es reunir la valentía para suturar la herida.

1 comentarios:

Unknown said...

Cuántos más seremos los que andamos por el mundo hechos para el hierro y la espina, con nuestras cicatrices mal cerradas...
Qué gran alegoría.

 
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