Las malditas sales se empujan entre sí para salir, con mal habida sed de libertad, como toda criatura. En un torrente frustrado se calientan y entibian la frialdad latente de las mejillas. Se resbalan. Se reducen en el camino, antes de que la vergüenza con una mano las aplaste y las arrastre. Rara vez llegan a espacios más bajos que la quijada.
No basta con correr, necesitan para darse gloria un dolor desde adentro, que penetre hasta explotar bajo la piel y como reacción expulse más sales.
Dañan los colores de las imágenes, disturban las siluetas que tantos se molestaron en crear. Despiden a la serenidad en mis puertas y le piden que no regrese hasta que ellas se hayan marchado. La estoy esperando.
Limitan el nacimiento de palabras entonadas por la voz, son causa llena de fortaleza para que los dedos se arruinen un poco más escribiendo las penas y tratando de hacer sentido.
Colman los ojos de suciedad, ennegreciendo su color. Manchan la piel, desilusionando al gusto porque le ha quitado la dulzura al rostro. Ya no sabe tan bien como antes, o tal vez solo cambia la percepción, como toda cosa circunstancial.
Contaminan las manos y la ropa cuando sufren y sucumben en sus pliegues, vencidas y rotas.
Pero como todo, se terminan, aunque sea solamente por un poco de tiempo. Se secan, se cristalizan y se pueden soplar lejos. Vulnerabilidad líquida.
Monday, December 04, 2006
Vulnerabilidad líquida
Publicado por //**Angie**\\ en 12:12 AM
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1 comentarios:
conmovedor retrato de sus lagrimas que nunca he visto, sin embargo no sé si las mías toquen siquiera mis mejillas resecas a falta de una que las alimenten
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